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Tan necesarias y tan escasas… 

Llevo tiempo acogiendo perros rescatados que luego han sido dados en adopción y he reflexionado mucho sobre esto porque, lógicamente, todos los animales que han pasado por mi casa hubiesen sido candidatos a quedarse, y algunos lo han hecho.

No quedarse con ellos es una de las cosas que se llega a aceptar, pero nunca a dejar de pensar, este sentimiento es muy bueno, porque te obliga a estar muy atenta a dónde y cómo va el perro en adopción, a preocuparte por él.

La pena es que algunos adoptantes no saben o no comprenden este sentimiento y no todos envían información pronto, muchas veces hay que esperar.

Acoger es más sencillo de lo que se cree. Si tienes otros animales, ayuda mucho, porque cuando se van en adopción el vacío que se produce es inmediatamente llenado por los otros.

Si no se tiene otro perro, es un poco más difícil pero también es más sencillo decidir en acoger otro lo antes posible.

Las acogidas son una necesidad, que todos los perros rescatados tienen, si bien muchos pueden ir a refugios o residencias, no es lo mismo para su adopción. Primero porque estando en una casa de familia, es posible conocer realmente cómo es el perro y cuáles son sus necesidades para buscar una familia adoptiva acorde, saber cosas sobre su carácter, si es apto para estar con otros perros, con gatos, con niños, con mujeres, con hombres, etc.

Y segundo porque es posible curarles si están enfermos y prepararles con un veterinario, vacunas, analítica, esterilización, chip, así la adopción tiene garantías de higiene y legalidad.

Las dificultades de las acogidas son que generalmente, los gastos de comida y manutención corren por cuenta de la familia de acogida, (los gastos veterinarios suelen pagarlos las asociaciones) y el gasto humano de tiempo y energía no es posible pagarlo con nada. Es una actitud solidaria con los perros y de sentido común, esto lo paga ver a ese perro que llegó a tu casa cabizbajo, retraído, sucio, mal alimentado, enfermo, maltratado, de pronto corriendo feliz, con su camita propia, y sonriendo en una foto junto a una sonriente familia. Y eso te hace llorar de alegría y tener ganas de acoger a otro.

Cada vez que veo un perrito tirado o en alguna foto de un refugio esperando familia, no puedo evitar pensar en darle una oportunidad, y no necesariamente comprometerme para siempre, sólo un tiempo, las acogidas tienen esa bondad, que es temporal, para lo bueno y para lo malo.

Esto es, que llegado el tiempo en que ese perrito sale en adopción, te da pena y te da alegría, los sentimientos se yuxtaponen, te da pena que se vaya, y te alegría saber que alguien le quiera dar esa vida que no ha tenido, y a la vez ya piensas en que queda un sitio para otro que está esperando. Hay muchos perros que necesitan acogida.

Con esto quiero animar a las personas que puedan disponer de ganas, a que acojan, por lo menos hasta que esto de abandonar animales como si fueran trapos viejos deje de ser una práctica demasiado común en nuestra sociedad.

A los que se animen a acoger, quiero que sepan que no se arrepentirán, porque los perros, te llenan de energía, te obligan a salir de ti mismo, a pasear, a preocuparte por cosas cotidianas, a conocer gente. Te hacen bajar a la tierra alejándote de las preocupaciones del trabajo y de la vida acelerada que muchos vivimos.

Te reciben con una alegría exagerada, te esperan, te cuidan, te piden mimos, te dan cariño y a cambio solo tienes que dejar que compartan un ratito de tu vida.

Anímate y conviértete en familia de acogida. Ellos están esperando y nadie te dará las gracias.